De una "andaina" que hicimos María y yo por las fragas do Eume, salió la foto que hoy os presento.
Después de una muy entretenida caminata por las riberas de este río, sobre todo para mi que me iba parando para hacer fotos a todo lo que se movía, llegamos al monasterio de Caaveiro justo para el comienzo de una visita guiada. Tuvimos suerte ya que, lamentablemente, una vez restaurado es la única manera de conocerlo.
Te lo venden como la pera limonera de la historia, cuando los que estuvimos hace años allí, sabemos que eran cuatro piedras amontonadas a las que nadie miraba.
Lo mejor es que lo visitéis vosotros mismos, desde luego vale mucho la pena.
Con respecto a la foto, es la toma clásica del monasterio, pero quise darle este aspecto "añejo" muy acorde con el monumento.
Besitos y espero que la disfrutéis.
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